jueves, 31 de diciembre de 2009


¡Feliz 2010 a todos los que os tomáis la molestia de pasaros por aquí de cuando en cuando!


martes, 29 de diciembre de 2009

Teaser tuesday: 'Pastoralia'


Aunque, ciertamente, recrearse en los problemas no los resuelve. Aunque, por otro lado pensar en ellos con actitud positiva tampoco los resuelve. Pero al menos te sientes positivo, lo cual es, o debería ser, ya se sabe, fortalecedor. Y la fuerza es buena. La fuerza me es necesaria en este momento. Me es necesario en este momento ser como una roca. Lo que necesito recordar ahora es que no tengo que resolver los problemas del mundo. No entra dentro de mis capacidades poder curar a Nelson, lo único que es necesario que haga es hacer lo que puedo hacer, que es que siga entrando el dinero, y para hacer que siga entrando el dinero es necesario que no pierda el ánimo, de manera que pueda seguir haciendo un buen trabajo. Es decir, que es necesario que evite recrearme con actitud negativa en los problemas en la oscuridad nocturna de mi Zona Separada, porque si lo hago, estaré cansado por la mañana y entonces podría hacer un mal trabajo, lo cual pondría en peligro mi capacidad para hacer que siga entrando el dinero, sobre todo si hay una Inspección Sorpresa, por ejemplo.

'Pastoralia'
de George Saunders
(pp. 40-41)
(traducción: Juan Gabriel López Guix)


lunes, 28 de diciembre de 2009

'Los posesos' de Albert Camus


'Los demonios' (a veces también traducida como 'Los endemoniados' o 'Los poseídos' o 'Los posesos') es probablemente mi novela favorita de Dostoievsky (a veces también escrito Dostoyevski o Dostoievski, o Dosto para los amigos). Parece que también era la favorita de Albert Camus, tanto que se propuso el reto de adaptarla para el teatro, algo que prácticamente era un suicidio, dada la extensión de la novela, la gran cantidad de personajes y tramas (tramas que al principio están alejadas pero se van cruzando hasta desembocar todas en un final redondo), y el peso de la reflexión filosófica que hay en el original. ¿Y cuál es el resultado? Pues para mí, un aprobado, pero nada más. Era muy difícil y Camus hizo un buen resumen, sin dejarse nada importante y captando el espíritu del original, pero sin la fuerza, el humor y la esquizofrenia del original. Supongo que es una obra sólo recomendable para completistas de Camus o de Dostoyevski.

Lo dicho, es un buen resumen, pero muchas veces lo que hace grande un libro son los pequeños detalles y yo he echado de menos muchos de estos. La verdad es que da la sensación que es una obra apresurada y metida con calzador dentro de los límites de los tres actos. Mejor leer el original de Dosto, pero si leéis la obra de Camus seguro que os entrarán ganas de leer el original de Dosto. La principal diferencia a mi modo de ver es que Camus está más interesado en la parte filosófica y nos presenta unos personajes angustiados que buscan sin éxito un sentido a su existencia, mientras que se olvida por completo de la reflexión política que hay en Dostoievsky, que es lo que a mí me fascina de verdad de la novela, que en el fondo se puede leer también como una sutil sátira política avanzada a su tiempo y totalmente válida hoy en día. El eslógan es el siguiente: Dostoievsky escribió la mejor sátira (anti)soviética, muchos años antes de que existiera la Unión Soviética. Y Camus pasa olímpicamente de esta lectura. Cada cual a lo que le interesa, supongo.

¿Y de qué va todo esto? Stavroguin es el típico héroe ruso carismático, del que todas las mujeres se enamoran y al que todos los hombres admiran, algunos con el servilismo de un lameculos y otros con la envidia llena de rabia de un amargado. Pero este pobre héroe, como siempre, está triste y ¿por qué esta triste nuestro pobre héroe? Pues porque no cree en nada pero le gustaría creer. Ay, pobrecito. Sin embargo, Stavroguin es un personaje que se deja arrastrar, el auténtico catalizador de la historia es Piotr Verhovensky, manipulador maquiavélico que se aprovecha del carisma de Stavroguin y la estupidez de unos cuantos revolucionarios para conseguir lo que quiere, que no es otra cosa que poder. Un personaje, para mí, mucho más fascinante que Stavroguin.

En Dostoievsky siempre me pasa lo mismo, me cuesta ver qué hay de tan extraodinario en estos héroes rusos quejicas que caen en gracia a todo el mundo y siempre me acabo interesando más por los secundarios. En este caso, Verhovensky, del que en la obra de Camus vemos poco, pero es que también eché de menos a otros personajes secundarios como la servicial y abnegada Dasha, la rebelde y orgullosa Liza, y sobretodo el pringado de Stepan Trofimovitz y Varvara Petrovna, y la relación que hay entre ellos, porque no están casados pero son como un matrimonio de muchos años, que la mayoría del rato no se soportan pero no podrían vivir el uno sin el otro. Pues eso, una versión correcta, pero a la que he echado en falta muchas cosas.


sábado, 26 de diciembre de 2009

Mi top 50 películas de la década


01. Fa yeung nin wa (Wong Kar-Wai, 2000)
02. Lost in translation (Sofia Coppola, 2003)
03. De battre mon coeur s'est arrêté (Jacques Audiard, 2005)
04. Eternal Sunshine of the spotless mind (Michel Gondry, 2004)
05. Le scaphandre et le papillon (Julian Schnabel, 2007)
06. Ghost World (Terry Zwigoff, 2001)
07. Inglourious Basterds (Quentin Tarantino, 2009)
08. La niña santa (Lucrecia Martel, 2004)
09. La belle personne (Christophe Honoré, 2008)
10. I heart Huckabees (David O. Russell, 2004)

11. Synecdoche, New York (Charlie Kaufman, 2008)
12. La pianiste (Michael Haneke, 2001)
13. Secretary (Steven Shainberg, 2002)
14. Zodiac (David Fincher, 2007)
15. The Dreamers (Bernardo Bertolucci, 2003)
16. Mulholland Drive (David Lynch, 2001)
17. The History Boys (Nicholas Hytner, 2006)
18. Punch Drunk Love (Paul Thomas Anderson, 2003)
19. Donnie Darko (Richard Kelly, 2001)
20. Capturing the Friedmans (Andrew Jarecki, 2003)

21. Yi yi (Edward Yang. 2000)
22. La science des rêves (Michel Gondry, 2006)
23. Tristram Shandy: A cock and Bull Story (Michael Winterbottom, 2005)
24. Anchorman: The Legend of Ron Burgundy (Adam McKay, 2004)
25. Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (Jean-Pierre Jeunet, 2001)
26. Wonder Boys (Curtis Hanson, 2000)
27. Before Sunset (Richard Linklater, 2004)
28. Match Point (Woody Allen, 2005)
29. My life without me (Isabel Coixet, 2003)
30. 2 days in Paris (Julie Delpy, 2007)

31. The Royal Tenenbaums (Wes Anderson, 2001)
32. The rules of attraction (Roger Avary, 2002)
33. The shape of things (Neil LaBute, 2003)
34. The station agent (Thomas McCarthy, 2003)
35. Munich (Steven Spielberg, 2005)
36. Kiss Kiss Bang Bang (Shane Black, 2005)
37. Kissing Jessica Stein (Charles Herman-Wurmfeld. 2001)
38. La veuve de Saint Pierre (Patrice Leconte, 2000)
39. Up (Pixar, 2009)
40. Caché (Michael Haneke, 2005)

41. Wide Sargasso Sea (Brendan Maher, 2006)
42. Dancer in the dark (Lars von Trier, 2000)
43. Closer (Mike Nichols, 2004)
44. The man who wasn't there (Joel Coen, 2001)
45. Hors de prix (Pierre Salvadori, 2006)
46. The matador (Richard Shepard, 2005)
47. Whisky (Juan Pablo Rebella, 2004)
48. Miss Austen Regrets (Jeremy Lovering, 2008)
49. El ciclo Dreyer (Álvaro del Amo, 2006)
50. Pretty Persuasion (Marcos Siega, 2005)

miércoles, 23 de diciembre de 2009

martes, 22 de diciembre de 2009

Teaser Tuesday: 'Suite inglesa'


A esta primera impresión de melancolía se añadía una segunda más particular y que no anotaría si no fuera tan fuerte: Johnson se vestía con una negligencia extraordinaria. Su peluca, gris por completo y arrugada enl o alto de su cabeza, jamás estaba empolvada, y el lazo que retenía la coleta estaba sucio; además, esa peluca era demasiado pequeña. Es sorprendente que no dañase la gravedad del rostro que coronaba, porque nada en el mundo es más ridículo que una cara grande bajo un tocado que no lo es lo bastante. Un viejo ropaje marrón, que con el tiempo tomaba los tonos del orín y se surcaba de arrugas, recorría un torso enorme y golpeaba las pantorrillas de Johnson con sus pliegues interminables. Y por último, medias de lana negra, que este escritor distraído jamás se le había ocurrido estirar, resbalaban completamente arrugadas por las piernas macizas.

Tal y como se le apareció a Boswell, resultaba sin duda monstruoso, pero cuando abrió la boca para charlar, Boswell no vio ya nada más. La palabra de Johnson obró sobre él como los gestos de un mago; cautivó en seguida a esta alma adoradora y servil que buscaba un altra en el que quemar su incienso.

'Suite inglesa' de Julien Green (pp. 10-11)
(traducción: Jesús Aguirre)


domingo, 20 de diciembre de 2009

'En Grand Central Station me senté y lloré' de Elizabeth Smart


Cuando empiezas a estudiar literatura en la universidad siempre hay un profe que te cuenta que las fronteras entre géneros literarios son muy difusas, que a veces no se puede distinguir tan claramente a qué género pertenece una obra. Luego también te encuentras otro profe (o puede que sea el mismo) que te cuenta que las mujeres tienen una forma de escribir diferente a la de los hombres. Y no te presentan ninguna prueba, pero tú eres joven e idealista y no te cuesta ningún esfuerzo hacer el acto de fe que representa asumir estas teorías como verdaderas. Y el tiempo pasa y lees más y te vuelves más cínica y te empiezas a preguntar si muchas de las cosas que te han contado y has creído no son en realidad una falacia (otra bonita palabra que también aprendiste en la universidad). Pero tampoco es que te importe mucho y sigues leyendo y por fin aprendes a leer de una forma nueva, a medio camino entre la lectura evasiva (que practicabas antes de la universidad) y la lectura tomando notas en vistas de escribir un tedioso trabajo (que practicabas en la universidad). Y sigues leyendo. Y un día encuentras un libro que te hace ver que lo que te contaron puede que no sea siempre cierto, pero a veces puede ser cierto.

'En Grand Central Station me senté y lloré' de Elizabeth Smart es un libro escrito en prosa poética y en un estilo delicado y sensual que ningún hombre podría imitar aunque lo intentara (un estilo que me recuerda terriblemente al de Jeanette Winterson, pero también un poco al de Janet Frame, o Jean Rhys, o A.S. Byatt). Elizabeth Smart es una escritora canadiense que se trasladó a Londres para estudiar música. Allí, un día, como por azar, entró en una librería y compró un libro de poesía de George Barker, y se enamoró no sólo de los poemas sino también del escritor. Pasó un tiempo, por fin lo conoció y, a pesar de que él ya estaba casado, empezaron una relación tempestuosa de la que nacieron cuatro hijos. La relación se terminó, pero ella no dejó de amarlo. 'En Grand Central Station' se basa en esta relación. Es una obra en la que los hechos externos nos son dados en cuentagotas. Más que narrar hechos, describe sentimientos, prescindiendo de prácticamente todo lo externo. Así la narradora describe por los estadios que pasa en su relación amorosa: esperanza, sentimiento de culpa, alegría, plenitud, duda, decepción, miedo, alejamiento, rabia, tristeza, vacío, etc.

Es una obra desgarradora, que te hace creer en que la literatura no tiene límites, ni la belleza, ni la vida, ni el amor. Es de una belleza abrumadora, que a algunos puede llegar a agotar y que a otros puede provocar incluso hilaridad. Es un libro totalmente desanclado de la época en el que fue escrito, sus influencias se remontan a la poesía medieval, con tópicos literarios que van desde el "yo soy la más grande amadora que jamás ha existido" hasta el "los que nos rodean son unos materialistas que no pueden entender el amor y tienen envidia de nosotros". Es una obra hiperbólica y excesiva, pero también sincera y valiente. Leerla es sentir que alguien te ha hecho el maravilloso y precioso regalo de compartir contigo una parte tan íntima que crees no merecer. Es intensa hasta el paroxismo. Pero lo que es su mayor virtud, el hecho de ser tan intensa, tan particular, tan personal, es también el único "pero" que puedo encontrar, porque es tan "tan" que una no deja de tener la sensación que se está perdiendo mucho. Pero es una auténtica joya, una joya frágil que todo lector tiene que manipular con cuidado, porque es una joya con ángulos afilados y una se puede fácilmente cortar con ella.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Mi top 10 de series de la década (y 3)

05. Cambridge Spies (2003) Tom Hollander, Toby Stephens, Samuel West y Rupert Penry-Jones como espías británicos que trabajan para los comunistas es un sueño (erótico) hecho realidad. Historia de amistad, de amor, de espías que siempre están fingiendo, de espías que nunca pueden ser quienes son realmente, de la ilusión que todos tenemos cuando somos jóvenes, de las decepciones que sufrimos a medida que nos hacemos mayores. Una joya cinematográfica para descubrir.



04. Battlestar Galactica (2004-2009) Se suele vender esta serie como la serie de ciencia ficción que gustará incluso a los que no les gusta la ciencia ficción. Y probablemente sea cierto, porque en el fondo esta serie habla de política, religión, moral y justicia. Tiene sus defectos y a pesar de estos y de que el final no dejó satisfecho a prácticamente nadie, es una serie épica, más grande que la vida, en la que las cosas no son blancas o negras, con unos personajes complejos y momentos de gran intensidad emocional.



03. Rome (2005-2006) Esta serie lo tiene todo: violencia, sexo, intrigas, traiciones, asesinatos, muertes épicas, desnudos gratuitos... Magníficamente bien escrita, rodada e interpretada. Es impecable. Es épica.






02. Mad Men (2007-?) La ambientación, la realización, los personajes, las interpretaciones, todo es de una belleza abrumadora en esta serie protagonizada por agentes de publicidad del Nueva York de los 60. Todos los personajes son personas despreciables, pero son tan reales. Es un drama pero con grandes dosis de humor, especialmente el que surge de poner delante de nosotros una sociedad tan conservadora, clasista, racista y machista como la de los 60. A veces puede parecer que hay capítulos en los que no sucede nada, pero estos son en realidad los que más cosas cuentan. Una delicia.



01. Freaks and geeks (1999-2000) No es que sea la serie sobre adolescentes en un instituto más realista que se haya hecho jamás, es que es la única sobre adolescentes en un instituto que es realmente realista. Una comedia dramática perfecta, divertida a ratos, y a otros triste. Ambientada en los 80 tiene esa nostalgia y melancolía que se desprende de mirar atrás, pero aún así no se olvida de lo malo, de lo difícil que es encajar, de lo duro que es ser un geek o un freak en la adolescencia. Habla de crecer, de luchar por encajar y de acabar aceptándose tal como uno es. Una maravilla.


miércoles, 16 de diciembre de 2009

Mi top 10 de series de la década (2)

10. 'Strangers with candy' (1999-2000) Jerri Blank (Amy Sedaris) dejó el instituto, se fugó de casa, cayó en las drogas y en la prostitución, hasta que a los 40 años decide volver a empezar su vida ahí donde la dejó, así que decide volver al instituto. Serie de humor absurdo, de mal gusto, muy citable, que es una parodia de las series de instituto y de todos los clichés melodramáticos, pero también una sátira sobre la doble moral en temas como el alcoholismo, la virginidad, la anorexia, etc. Muy muy muy divertida.



9. 'Curb your e
nthusiasm' (2000-?) y 'Extras' (2005-2006) Pongo estas dos series juntas porque las dos tienen como protagonista un actor que interpreta a una versión de él mismo, un misántropo que mete la pata y acaba siempre escaldado. En 'Curb your enthusiasm', el co-creador de la mítica 'Seinfeld', Larry David, se mete en un montón de fregados. Como en 'Seinfeld', los guiones de los capítulos son como mecanismos de relojería, con tramas que se bifurcan, se cruzan, se alejan, para al final siempre coincidir en un golpe final brillante. Larry David, que se atreve a decir lo que muchos no nos atrevemos a decir, debería ser un héroe para todos los misántropos. En 'Extras' Ricky Gervais es un actor que se gana la vida trabajando como extra. En la segunda temporada de la serie obtendrá el éxito pero será por hacer una comedia cafre para palurdos. En cada capítulo sale un famoso interpretándose a él mismo en una caricatura con muy mala leche.



8. 'Garth Marenghi's Darkplace' (2004) Garth Marenghi (Matthew Holness) es un escritor, director, actor y visionario, egocéntrico y pedante, en los 80 realizó una serie titulada 'Darkplace' ambientada en un hospital donde ocurren fenómenos paranormales. La serie era tan revolucionaria y avanzada a su tiempo que nunca se llegó a emitir. Ahora se emiten por primera vez los episodios originales (con efectos especiales cutres, actuaciones pésimas, tramas ridículas, etc.) intercalando entrevistas al equipo que realizó esta serie. Parodia de la ciencia ficción de serie B pero también del cine pedante a lo Lars Von Trier. La serie de humor más valiente y rara que he visto en mi vida. Eso sí, le ves la gracia o no le ves la gracia. Así de simple.



7. 'Stella' (2005) Michael Showalter, Michael Ian Black y David Wain interpretan una versión infantilizada de ellos mismos. Siempre vestidos con trajes practican un humor idiota a partir de las premisas más insignificantes. Muchas veces se abusa de forma inadecuada de los adjetivos "absurdo" y "surrealista" para describir un tipo de humor (incluso yo misma caigo en esta equivocación, lo reconozco), pero esta sí que es una serie absurda y surrealista, imprevisible, con unos gags que a veces te hacen reír porque no hacen reír y ellos lo saben.



6. 'Green Wing' (2004-2006) Comedia británica ambientada en un hospital, pero no centrada en los casos médicos sino en la vida de las personas que trabajan ahí, a medio camino de la parodia de cualquier culebrón y de la parodia de cualquier sitcom. Humor absurdo, surrealista, combinación de gags físicos y verbales, a veces parece una serie de sketches pero unidos por un hilo argumental. Eso sí, siempre es sorprendente y totalmente imprevisible.

martes, 15 de diciembre de 2009

Teaser Tuesday: 'Sueños de Bunker Hill'


Iba a la biblioteca. Miraba las revistas, las fotos que traían. Un día me acerqué a los libros y saqué uno del estante. Era 'Winesburg, Ohio'. Me senté a una larga mesa de caoba y me puse a leer. De repente se me transformó el mundo. El cielo se me vino encima. El libro me conquistó. Me saltaron las lágrimas. El corazón me latía con fuerza. Leí hasta que me picaron los ojos. Me llevé el libro a casa. Leí más cosas de Anderson. Leí sin parar, y me sentí tocado en lo más hondo, y solo, y prendado de un libro, de muchos libros, hasta que el fenómeno se produjo con naturalidad, y me instalé con lápiz y papel y me puse a escribir, hasta que supe que no podía continuar porque las palabras no fluían como en Anderson, sino que se limitaban a caer como gotas de sangre de mi corazón.
'Sueños de Bunker Hill' de John Fante (pp. 59-60)

lunes, 14 de diciembre de 2009

'Mi top 10 de series de la década' (1)

Aviso: Esta es una lista totalmente personal y subjetiva.


Menciones honoríficas

'Black Books' (2000-2004): Comedia británica sobre el propietario de una librería misántropo y alcohólico (Dylan Moran), su ayudante buena gente pero de pocas luces (Bill Bailey), y su amiga que trabaja en la tienda del lado que desearía llevar una vida normal pero siempre se le acaban torciendo las cosas (Tamsin Greig). El secreto de la serie reside en el talento de estos tres actores y en la química que hay entre ellos. El acierto está en que cada uno de ellos representa un diferente tipo de humor (el humor agresivo, el humor absurdo y el humor de sitcom con enredos) y la mezcla funciona de maravilla.


'Flight of the Conchords' (2007-2009): El cuarto dúo de folk paródico más importante de Nueva Zelanda, formado por Bret y Jemaine, llega a Nueva York e intenta ganarse la vida con la ayuda de su mánager, Murray Hewitt, agregado cultural en el consulado de Nueva Zelanda. Las tramas absurdas se ven interrumpidas por la interpretación de canciones paródicas y brillantes. Una serie inteligente y realmente adorable, con una falsa ingenuidad de lo más tierna.


'Lost' (2004-2010): No es la serie más grande de la historia como muchos nos quieren hacer creer, pero tampoco es el bluf más despreciable de la historia de la televisión. Simplemente es puro entretenimiento muy bien empaquetado. Y esto no es nada malo. La trama no nos va a dar ninguna respuesta del sentido de la vida, pero sí que es un rompecabezas adictivo. Tiene sus defectos, pero se compensan por giros brillantes con algo ya de (auto)ironía.


'The Office US' (2005-?): Para muchos será un sacrilegio pero la serie americana me parece mejor que la británica. Ya no es lo que al principio era, una serie con un humor incómodo y unos personajes que odiaban su vida y sobre todo su trabajo, un serie que era divertida pero a la vez dolorosa de ver. Ahora es una sitcom mucho más típica y mucho más autocomplaciente, pero aunque a veces los personajes se han convertido en parodias de ellos mismos, los sigues queriendo, y el guión sigue siendo buenísimo, y de vez en cuando aún nos regalan capítulos redondos.


'It's always sunny in Philadelphia' (2005-?): Las desventuras de cuatro amigos, todos ellos seres humanos despreciables, rastreros y egoístas, que trabajan en un pub de Philadelphia. Normalmente no me gusta el humor políticamente incorrecto, no porque sea políticamente correcta, sino porque me parece que el humor políticamente incorrecto sólo pretende escandalizar y ser incorrecto y se olvida de ser divertido. No es algo que pase con esta serie, se atreven a hacer broma de cualquier cosa (fanatismo religioso, alcoholismo, aborto, cáncer, canibalismo, etc.), son políticamente incorrectos, pero antes que nada lo que pretenden ser es ser divertidos. Y lo son mucho.


'The Big Bang Theory' (2007-?): La serie que actualmente me hace más feliz. Las aventuras de cuatro amigos cerebritos y la vecina guapa de al lado que tiene los pies en la tierra. Lo sé, la premisa es horrorosa, pero es una serie deliciosa. Sheldon Cooper (físico brillante con síndrome de Asperger) es el pilar de la serie, lo reconozco. Sin él no existiría la serie, pero con él la serie es una delicia.

sábado, 12 de diciembre de 2009

'Me llamo Aram' de William Saroyan


'Me llamo Aram' es el segundo libro de William Saroyan que leo. Cuando me lo recomendaron por primera vez, me dijeron que si me gustaba John Fante (como efectivamente me gusta) Saroyan también me gustaría. Y ha resultado cierto. No es tanto que los dos escritores escriban sobre lo mismo sino que escriben de una forma parecida, con un estilo directo y eficaz, tienen un sentido del humor parecido, tierno pero a la vez irónico, y los dos hacen muestra de una pasión por la vida que se contagia al lector. 'Me llamo Aram' está formado por catorce relatos que son como viñetas de la infancia y primera adolescencia del propio Saroyan, así que el hecho de tener un personaje que unifica todas las historias le dan a este libro la unidad y la regularidad que eché un poco de menos en el anterior libro de Saroyan que leí, 'El joven audaz sobre el trapecio volante'.

Los cuentos de 'Me llamo Aram' son como pequeñas viñetas en forma de comedia que están llenas de vida. Aram es un niño de familia armenia que vive en Fresno, un lugar de mala muerte en el valle de San Francisco. Aram es como cualquier otro niño: no le gusta ir a la escuela, le encanta hacer pequeñas trastadas, quiere mostrarse más valiente de lo que realmente es delante de sus amigos, espera todo el año que llegue el circo a la ciudad y sueña con unirse a él cuando sea un poco más mayor, y por su aire distraído y su capacidad de soñar la maestra de escuela lo considera "uno de nuestros futuros poetas". Y también hay grandes secundarios. El narrador parece que tiene debilidad para describir a los excéntricos de la familia, los que son considerados medio locos, pero en el fondo nos damos cuenta que probablemente sean los más lúcidos. Aunque de todos los secundarios el que siempre roba todas las escenas es el abuelo Garoghlanian, que tras su fachada de cínico abuelo cascarrabias esconde un viejecito sensible y tierno. Es un libro adorable, pero ni mucho menos cursi o empalagoso.

'Me llamo Aram' es un libro tierno y divertido, pero no creáis que es sólo esto. Hay cuentos realmente preciosos, como 'Los Granados', sobre los intentos del tío soñador y excéntrico y de Aram de construir un jardin en medio del desierto. O también 'Los tres nadadores y el tendero de Yale' que en el fondo nos acaba contando que los más locos en esta vida son los más cuerdos, porque sólo los locos se lo pasan bien en esta vida. Y luego todo termina con dos cuentos no menos maravillosos, como 'Sabios consejos para el viajero norteamericano' y 'Un consejo para los descreídos' que nos dicen que, a pesar de las dificultades y la soledad, tenemos que encontrar formas de disfrutar de todas las cosas buenas que hay en la vida. Es un libro optimista, precioso, reconfortante. Una delicia.


martes, 8 de diciembre de 2009

'Una sonrisa, por favor' de Jean Rhys



Creo que Jean Rhys ya era una escritora que me gustaba antes de leer nada de ella. De hecho, lo primero que leí de ella, 'El ancho mar de los Sargazos', no me gustó tanto como esperaba, pero ella seguía gustándome como escritora más de lo que me pudieran gustar los libros que escribiera. El problema es que esperaba mucho de 'El ancho mar de los Sargazos', porque se trataba nada más ni nada menos que la narración del primer matrimonio del señor Rochester de 'Jane Eyre' con Antoinette Cosway (la loca del desván), porque se trataba nada más ni nada menos que de una reescritura des de una óptica feminista y postcolonial de un clásico de la literatura inglesa. La idea me pareció brillante, la ejecución no tanto, pero seguí queriendo a Jean Rhys, porque es una de esas escritoras (como Janet Frame) que tuvo una vida con la que me es imposible no identificarme, no tanto por lo que vivió sino por lo que sintió (o más exactamente por lo que sufrió).

'Una sonrisa, por favor' es la autobiografía inacabada que Jean Rhys empezó a escribir cuando tenía más de ochenta años. Y ahora ya puedo decir que adoro a sus libros (al menos un libro suyo) tanto como la adoro a ella. Jean Rhys nació el 1890 en Dominica, hija de un médico galés y una dama criolla de origen escocés. Se crió en una isla dividida entre blancos y negros, con una niñera que le infundió el miedo, con un padre que casi siempre estaba ausente y con una madre distante y a la que tenía miedo, con unos hermanos mayores que pronto se marcharon de la isla para seguir con sus vidas y con una hermana pequeña a la que nunca le pudo coger auténtico afecto por culpa de los celos. Gwen (que era su verdadero nombre) se convirtió pronto en una niña tímida, insegura, asustadiza, y solitaria. Todo esto lo cuenta Jean Rhys en esta autobiografía.

Rhys luego se fue a vivir a Inglaterra a estudiar, pero tuvo que dejar los estudios cuando murió su padre, así que empezó a trabajar como corista y luego como actriz en obras de teatro de segunda fila y como extra en películas de bajo presupuesto. En Inglaterra pasó frío y se sintió sola, supo que la tristeza ya no la dejaría en toda su vida, pero aún así intentó dejarla atrás y se fue a Paris con su primer marido, allí trabajó como institutriz, perdió un hijo recién nacido y estrechó su relación con el alcohol. Conoció a Ford Madox Ford y empezó a escribir cuentos bajo su tutela. Y ahí se termina la historia que narra 'Una sonrisa, por favor', pero no se trata de un final feliz, porque Rhys se fue hundiendo cada vez más en el alcoholismo y el rencor (que probablemente le venía de su primera época en Inglaterra cuando sus profes de interpretación la machacaban por no tener un acento británico puro y perfecto) y no empezó a ser reconocida (y aún de una forma fugaz e incompleta) hasta el final de su vida, hasta que a mediados de los sesenta escribió 'El ancho mar de los Sargazos'.

Aunque en 'Una sonrisa, por favor' no se mencionan muchas veces las palabras "tristeza" y "soledad", es sin duda de esto de lo que trata el libro. Es un libro profundamente triste, deprimente casi. A diferencia de muchas autobiografías, Rhys pocas veces mira al pasado con nostalgia, más bien lo mira con la conciencia de haber sido toda la vida una perdedora, pero sin caer nunca en la autocompasión. No se trata tampoco de una autobiografía al uso, más bien diría que se trata de una serie de episodios autobiográficos contados por orden cronológico. Rhys describe su vida a grandes pinceladas, contando no tanto los hechos estrictos sino las sensaciones y sentimientos que tuvo al largo de su vida. Es una obra muy triste, lo repito. Y muy bella, que quede claro. Y reconfortante del mismo modo en que es reconfortante saber que existen mujeres que (como yo) nunca han dejado del todo de ser niñas tímidas, inseguras, asustadizas y solitarias.

Cuando una la termina tiene la sensación que todas las relaciones que establecemos con las personas con las que nos cruzamos no son nada más que superficiales, impulsadas sólo por las circunstancias, con fecha de caducidad, porque en el fondo todos nos enfrentamos solos a nuestra tristeza. Y una se da cuenta que la vida no tiene sentido y que las casualidades más absurdas son las que le rigen. Jean Rhys se pasó muchísimos años sin prácticamente leer y empezó a escribir de la forma más curiosa. Se estaba hospedando en una habitación de lo más deprimente y había una mesa vacía que no soportaba ver vacía, así que decidió comprar algo y se decidió por unos cuadernos, sólo porque eran bonitos no porque tuviera ganas de escribir, pero una noche decidió escribir/vomitar todo lo que le había pasado en Inglaterra y así fue como empezó todo.


Teaser Tuesday: 'En Grand Central Station me senté y lloré'


Hace años, yo deambulaba melancólica por calles mal iluminadas, anhelando dolorosamente algo, no sabía qué, intentando pasar inadvertida, con mi ropa sin gracia y mis tacones torcidos: subrepticia y sigilosa, esperaba atrapar ese algo por sorpresa. Pero era entonces tímida y asustadiza, y aunque esperaba, no hallaba la fe. Imaginaba un pájaro en la mano, no este mar salvaje que me sacude como a los restos de un naufragio. (pp. 45-46)

Si camino deprisa por la calle, no es que esté jugando, con los transeúntes, a un jego que sólo existe en mi cabeza: es timidez, la misma que empuja a las modistillas a mirar nerviosamente afuera, medio escondidas entre los tristones visillos de encaje de sus habitaciones mal iluminadas, prefireiendo soñar junto a sus hornillos de gas y beber té aguado antes que someterse al brutal descubrimiento del mundo. Existen, sabes, mujeres así, y te diré que tratan los objetos con cuidado, como si fueran niños o animales. Pero no creas que el cielo las desdeña. Miles de ángeles suspiran tiernamente por ellas: y ahora mismo les están bordando faldas, y se preparan a enseñarles la rumba. (p. 80)

'En Grand Central Station me senté y lloré' de Elizabeth Smart
(traducción: Laura Freixas)

viernes, 4 de diciembre de 2009

Leyendo 'Submundo' (I)



Puede que lo que más me guste de Don DeLillo sea que habla de nuestro presente (o pasado) pero lo hace como si estuviera escribiendo una novela sobre un futuro distópico. Puede que la segunda cosa que más me gusta de Don DeLillo sea que sus novelas más que novelas son ensayos disfrazados de novelas. Y puede que la tercera cosa que más me gusta de Don DeLillo sea que sus protagonistas más que personajes individualizados son personajes que encarnan una idea de lo que significa ser un individuo en una determinada época; no sabemos nada realmente personal o íntimo de sus protagonistas, sólo conocemos sus costumbres y sobre todo lo que consumen. Sus novelas no son sobre la individualidad sino sobre la colectividad. Lo sé, características muy particulares que te hacen amarlo u odiarlo.

Ahora estoy leyendo 'Submundo'. 983 páginas. Todo un reto. Voy lenta y tampoco demasiado segura. La vida real tiende a interponerse en mis planes como lectora, así que no estoy muy convencida de conseguir terminarlo. El prólogo se me hizo algo cuesta arriba; la primera parte me ha encantado, ahí me he quedado por ahora. Hay un momento en que una artista de apariencia alternativa pero totalmente integrada en el sistema pregunta cuándo la vida se volvió tan irreal. Creo que ésta puede ser una constante de la novela. Sospecho que (entre otras cosas) 'Submundo' reflexiona sobre qué hay de realmente auténtico en nuestras vidas. Me temo que realmente poco, porque:

01. Muchos personajes parecen estar representando el papel que les toca: Brian (el amigo de Nick, el protagonista de al menos esta primera parte) imita el papel de padre preocupado; los empleados de Nick imitan la voz de sus jefes sin darse cuenta (algo que incluso a veces le pasa a Nick; se sorprende imitando la voz de un antiguo jefe suyo); en un isntituto se representa una parodia del apartheid y durante una jornada a unos estudiantes les toca hacer de negros y a otros de blancos; etc. En el fondo siempre finges que eres lo que realmente eres.

02. El arte es simplemente pop art subvencionado por el ejército y el gobierno; el arte es algo col·lectivo, no una experiencia individual. Siendo así es difícil que el arte pueda ser realmente auténtico.

03. Lo vemos todo desde la barrera: Nick va a ver con compañeros de trabajo un partido de beisbol, pero en lugar de sentarse en las gradas, ven el partido de lejos, a través de un cristal mientras comen; Nick escucha los recuerdos sobre él que explica su madre como si su madre explicara los recuerdos de otra persona diferente a él. Nada es auténtico, todo parece irreal.

04. Vivimos en la sociedad de consumo y la publicidad dicta patrones: una chica lleva tatuado el logo de Pepsi; para describir un verde no se opta por compararlo con la hierba sino con una lata de una bebida; la mujer de Nick es guapa como la mujer de las pastillas de jabón; etc. Nada es original.

05. Vivimos en una sociedad previsible, pero esto es lo que queremos. Queremos previsibilidad porque nos da seguridad. La tele da sensación de hogar, une la familia, y lo más importante: conocer de antemano las réplicas de la enésima reposición de una vieja sitcom de los 60 nos hace sentir seguros, tanto como dar nombre a los más nimios y triviales objetos y partes de objetos. No hay lugar para la originalidad.


martes, 1 de diciembre de 2009

Teaser Tuesday: 'Los posesos'


LIPUTIN:
¿Cómo que no es cierto? Me lo ha dicho Virginski en persona. Ha convertido a su mujer a nuestras ideas. Le ha demostrado que el hombre es una criatura libre, o que debe serlo. Así que su mujer se ha liberado y, después, ha notificado a Virginski que lo destituía del puesto de marido y, en su lugar, se quedaba con el capitán Lebiadkin. ¿Y sabe lo que dijo Virginski cuando su mujer le anunció la noticia? Pues le dijo: "Querida mía, hasta ahora sólo te amaba; ahora te respeto".

'Los posesos' de Albert Camus (p. 22)