jueves, 25 de agosto de 2011

'Humillados y ofendidos' de Fiódor Dostoyevski



‘Humillados y ofendidos’ es de las primeras novelas de Fiódor Dostoyevski. Se nota. Es muy buena pero no tiene el grado de complejidad y perfección de sus últimas obras. Por otra parte, probablemente es la novela más adictiva del bueno de Dosto, la que engancha más, la que te obliga a ir pasando páginas y páginas sin parar y sin darte cuenta de que el tiempo está volando y probablemente en aquel momento deberías estar haciendo otra cosa más útil como lavar los platos. Predominan los diálogos, la acción es continua y frenética, y no se pierde el tiempo en descripciones ni parábolas ni sueños alegóricos. Aún así, como prácticamente todas las obras de Dostoyevski es una obra moral y conservadora.

‘Humillados y ofendidos’ va de hijas que se desvían del buen camino y de padres orgullosos que no son capaces de perdonarlas. Me ha gustado mucho la idea de que la historia se repite, pero Fiódor es un buenazo idealista y siempre concede segundas oportunidades. Hay villanos súper malvados, que se aprovechan sin piedad de los desfavorecidos y/o que disfrutan humillándolos por deporte. No se puede negar que hay cierto maniqueísmo en la construcción de los personajes: o muy buenos o muy malos. Por ejemplo, el príncipe Valkovski, por más carisma que tenga, es un villano de una pieza, a años luz de las complejidades y las contradicciones del Svidrigailov de ‘Crimen y castigo’ o el Smerdiákov de ‘Los hermanos Karamázov’. Y encima resulta que el narrador en primera persona es sólo el que nos transmite la historia, más allá de esto no tiene personalidad.

Sin embargo, también es cierto que podemos encontrar personajes más interesantes. Así, los humillados y ofendidos del título, orgullosos y, lo más importante, orgullosos de su orgullo, tienen ya más capas y ya anticipan los grandes personajes que va a crear Dostoyevski en el futuro. Y es curioso que el más interesante de entre los interesantes sea una niñita de trece añitos, una huérfana epiléptica que prefiere morirse de hambre antes de rebajarse a aceptar algo de otra persona. Y luego también está Aliocha, un pocas luces idealista y optimista, que la alta sociedad considera un tontaina y que se parece un poco al protagonista de ‘El idiota’, pero éste Aliocha tiene mucho menos carácter, es una veleta y algo calentorro.

Pero, por desgracia, además del maniqueísmo de ciertos personajes, también hay otros defectos, todos también derivados del carácter folletinesco de la novela, como un exceso de sentimentalismo e histrionismo y un final melodramático para hacer llorar a moco tendido a los lectores de la época. Y aún así es un libro buenísimo. Sólo que es inevitable compararlo con los otros libros de Dostoyevski que son súper buenísimos. Yo lo recomendaría tanto a los que conocen Dostoyevski y les gusta como los que no lo conocen y les da miedo que pueda ser un pelmazo, porque es una buena introducción a su obra, ya que es un libro muy directo y, lo repito, que engancha muchísimo, con una prosa perfecta y un dominio de la narración impecable.


martes, 23 de agosto de 2011

Teaser Tuesday: 'Humillados y ofendidos' de Fiódor Dostoyevski


En aquella época, hace exactamente un año, yo colaboraba todavía en revistas, donde publicaba artículos, y creía firmemente que llegaría a escribir algo grande y hermoso. Había empezado a trabajar en una gran novela. Pero el final de todo esto ha sido que he venido a dar con mis huesos en un hospital donde seguramente moriré muy pronto. Y quedándome tan poco tiempo de vida, me parece algo sin sentido escribir un diario.

Sin embargo, los sucesos de este último año de mi vida acuden constantemente a mi memoria a pesar mío. Y he decidido anotarlo todo, pues estoy seguro de que sin esta ocupación me moriría de tedio. Todas estas impresiones del pasado me turban con una profundidad rayana en el sufrimiento, en la tortura. Al pasar por mi pluma, cobrarán un carácter más sereno, más ordenado. Y se parecerán menos al desvarío y a la quimera, me parece a mí. El simple mecanismo de la escritura tiene para mí su valor: me calma, aplaca mis nervios, despierta mis antiguos hábitos de escritor, orienta mis recuerdos y mis ensueños dolorosos hacia el trabajo, hacia la acción… Sí, he tenido una buena idea. Además, podré legar mis papeles al enfermero que me asiste, para que los pegue alrededor de las ventanas cuando pongan en ellos los chasis de invierno.
‘Humillados y ofendidos’ de Fiódor Dostoyevski (pp. 16-17)
(Traducción de José Baeza)



miércoles, 10 de agosto de 2011

'Una familia venida a menos' de Nikolai Leskov


Nikolai Leskov nunca se encontrará entre los escritores rusos más originales e innovadores (es demasiado intencionadamente arcaico para esto), pero sí que debe ser uno de los grandes maestros rusos de la narración, que no de la novela. Sus obras tienen mucho de oral, mucho de historias contadas en voz alta alrededor del fuego. Tiene en su posesión numerosos recursos para atrapar al lector: sabe inserir historias dentro de historias, encadenar un relato tras otro y terminar todos los capítulos de un modo que sientas una necesidad irrefrenable de continuar con el siguiente.

‘Una familia venida a menos’ narra la historia de los Protozánov, una familia noble y antigua que las ha pasado de todos los colores, aunque más que nada se centra más en la abuela de la narradora, toda una matriarca rusa, con tanto carácter como bondad. En la primera parte se nos relatan a grandes rasgos los orígenes de la familia y luego se pasa a describir la vida de la princesa Varvara Nikanórovna en el campo y sobre todo la de los personajes excéntricos y muy rusos que la rodean. Así, se nos cuenta la vida de personajes estrafalarios y carismáticos, con lo cual más que delante de una novela estamos delante de una serie de narraciones encadenadas.

En la segunda parte, la princesa se instala en San Petersburgo y es como si Leskov pretendiera dejar de hacer lo que se le da mejor (hilvanar historias) para intentar hacer una novela con una trama lineal y el resultado es que la segunda parte no está a la altura de la primera y a ratos incluso se vuelve tediosa y pierde la frescura que hasta ahora le había caracterizado. En San Petersburgo, la princesa tiene que lidiar con una hija que se ha criado en un colegio selecto y se ha convertido en una muchacha caprichosa y frívola, pero también con los intrigantes que por fuerza siempre hay en ciudad.

El final es abrupto e insatisfactorio para nuestros cánones, pero si una reflexiona un poco cae en la cuenta de que para el Leskov creador de narraciones el final de un libro es algo secundario y es por eso que no vale la pena molestarse en hacer uno que no sea precipitado. A pesar de todo, se trata de una obra interesante y agradable. Ciertamente es muy rusa y algo anacrónica, pero estos son sus principales encantos. El estilo es directo y fresco, y fluye que es una maravilla. Sin duda, ante todo, es una obra perfectamente narrada.



viernes, 5 de agosto de 2011

'El buen soldado' de Ford Madox Ford y 'Cuarteto' de Jean Rhys


Leí ‘El buen soldado’ de Ford Madox Ford porque se puede leer como la otra cara de la moneda de ‘Cuarteto’ de Jean Rhys. Y ya me costó lo suyo. Si no hubiera habido la conexión con Rhys probablemente no lo habría leído nunca. Se ve que Ford descubrió a Jean Rhys como escritora y la animó a seguir con su carrera literaria. También estuvieron liados y la cosa no acabó precisamente bien. Al escribir ‘Cuarteto’ Rhys se inspiró en su relación con Ford (y la mujer de éste de por medio) en París mientras el marido de Rhys estaba en prisión y ella estaba totalmente sola y sin recursos. Diez años antes de conocer Rhys, Ford escribió ‘El buen soldado’ y la novela parece una premonición de su relación con Rhys, aunque más que nada a mí me parece un autoretrato en el que Ford se presenta a si mismo como un auténtico buen samaritano.

‘Cuarteto’ va precedido de una cita en que se nos aconseja huir de los buenos samaritanos. Y yo me imagino que cuando Ford lo leyó pilló un cabreo del quince, o como mínimo se sintió herido, porque probablemente él se veía como el rescatador de Jean Rhys, un caballero andante desinteresado y con un corazón de oro. En cambio, Rhys lo pinta como un hombre frío y egoísta, manipulador y engreído. Por su parte, ‘El buen soldado’, que narra las infidelidades que se suceden en dos parejas de amigos, el buen soldado del título es un personaje idealizado hasta el paroxismo por el narrador: es un hombre que está a otro nivel, puro (por más que le ponga los cuernos a su mujer) e idealista, todo bondad y generosidad. Aún así, los lectores de hoy en día nos damos cuenta de la hipocresía que hay detrás y llegamos a la misma conclusión que llego Rhys: que de los buenos samaritanos es mejor huir.



‘Cuarteto’, como todas las obras de Jean Rhys, transmite a la perfección una sensación tristeza y soledad agobiantes. El estilo es sobrio y directo. No hay florituras, va a la esencia de las cosas. Describe magníficamente el círculo vicioso que es cualquier depresión: como uno desea salir de ella pero no tiene fuerzas para hacerlo y no tener ya ninguna fuerza de voluntad aún te hace sentir peor y con menos fuerzas. Se puede acusar a la protagonista de que se queja mucho pero que no hace nada para salir de esta infelicidad, pero quién la culpe será porque nunca ha ni intuido lo que es encontrarse en tal estado y no tener voluntad para cambiarlo.

‘El buen soldado’ está narrado en primera persona por un tipo ingenuo hasta extremos ridículos. Está casado con una mujer que le es infiel delante de sus narices y ni se entera. El tío nunca se entera de nada. El narrador continuamente va haciendo saltos en el tiempo. La narración resulta confusa y, aunque ésta ya era la intención de Ford, a mí este truco me ha parecido cansino e injustificado. El narrador y su mujer un día conocen al buen soldado y su esposa e inmediatamente se hacen amigos, sólo porque los dos matrimonios son gente respetable. Pero, a pesar de que son amigos durante muchos años, no llegan a saber prácticamente nada los unos de los otros. Reconozco que me ha gustado la crítica a la superficialidad de las relaciones personales y la vida que lleva la gente respetable. También hay cierto sentido del humor que hace que a ratos la cosa sea más digerible, pero en general el libro me ha decepcionado.

Además del estilo confuso y recargado y de que a veces tiene salidas algo melodramáticas e inverosímiles (en contraste con la sobriedad de Jean Rhys), lo que no me ha gustado para nada es que el narrador dedique páginas y páginas y más páginas a justificar las infidelidades masculinas del buen soldado como un exceso de sentimentalismo y, en último término, bondad, mientras que luego despache las infidelidades femeninas diciendo que ella lo hizo porque era una pelandusca lujuriosa y vanidosa. Reconozco que el personaje del buen soldado está muy bien construido, que es complejo y tiene sus luces y sus sombras (como también su esposa), pero siempre me molesta que en un libro un autor se moleste en construir bien un personaje y a otro (que tiene la misma entidad) lo escriba de cualquier manera. No me parece justo. En fin, básicamente lo que me ha molestado de ‘El buen soldado’ es que toma partido por unos personajes y se nota demasiado. Sí, definitivamente da la sensación que está escrito como una justificación y, la verdad, es una cosa que me da rabia.