sábado, 28 de diciembre de 2013

'Peyton Place' de Grace Metalious





‘Peyton Place’ fue escrito en los años 50; el éxito fue tan grande que luego llegó una secuela. Después, la novela se convirtió en película, y finalmente en serie de televisión, que probablemente es la forma que más le pegue a esta historia, porque al fin y al cabo es un culebrón. Lo sabía antes de empezarlo, pero aún así me esperaba más. No sé, esperaba engancharme más y empatizar más con los personajes. Tiene las virtudes de un culebrón: se lee rápido, y no aburre sino que entretiene. Pero también sus defectos: personajes horriblemente planos y unos clímax histéricos y manidos que caen en un ridículo bastante estrepitoso.

Supongo que se tiene que reconocer el valor de la propuesta, que tiene algo de fundacional. Quiero decir que debe de ser uno de los primeros libros que explota el ahora tópico esquema de pueblo aparentemente idílico de familias modélicas de puertas afuera pero que esconden secretos más o menos escabrosos de puertas adentro. Así, se atreve a tocar temas como el sexo prematrimonial, el incesto, el aborto, los abusos sexuales, el caciquismo de los poderosos, etc. Y él que a mí más me ha parecido más interesante (por más poco habitual): la sexualidad femenina, desde el despertar hasta el redescubrimiento pasando por la represión.

Se tiene que reconocer que Grace Metalious sabe escribir y prueba de esto es la manera deliciosa en la que describe el paso de las estaciones, que además le dan al libro una estructura circular y bien cerrada. También me ha gustado mucho como describe el día a día intrascendente del ambiente de pueblo, los abuelos sentados siempre en el mismo sitio marujeando, los tejemanejes del cacique que tiene a todo el pueblo sometido, o la amistad entre el director del diario local y el doctor del pueblo. Me han gustado menos los amoríos y otros tópicos culebronescos, que son demasiado previsibles y gastados. En este sentido, a Metalious le preocupa más la acción (que pasen cosas, muchas cosas, y que sean muy fuertes, y no importa si parecen forzadas) que no construir unos personajes con verdadera entidad, y es una pena, porque esta novela podría haber sido muy grande, pero sólo se queda en correcta. 


viernes, 13 de diciembre de 2013

'Pastoral Americana' de Philip Roth





La primera vez que vemos al protagonista de ‘Pastoral Americana’ lo vemos desde un punto de vista externo, a través de las palabras de alguien ajeno a su vida, mediante los ojos de un antiguo compañero de instituto, que de él sólo conocía la faceta pública de estrella del deporte juvenil, prácticamente un héroe admirado por todos y que encima destaca por su modestia. Vamos, un cúmulo de perfecciones que encarna el sueño americano, ya que es un judío de origen humilde que se hace a sí mismo, que se casa con una  antigua Miss Nueva Jersey, que prospera y que crea un hogar idílico en un pueblecito apacible.

Sin embargo, si el libro se limitara a narrar el éxito de un personaje tan perfecto sería bastante insufrible. Al menos para mí. Por más que Philip Roth escriba bien; cosa que sí que hace: escribe como si escribir fuera lo más fácil del mundo, sus palabras fluyen con un ritmo plácido y sereno. Afortunadamente pronto nos enteramos que la vida del protagonista se truncó de forma brusca e irreparable cuando su hija se convirtió en una terrorista de izquierdas e hizo añicos el sueño americano de su padre.

No estoy desvelando nada de más. Philip Roth nos cuenta los hechos desde buen principio y el resto de este novelón se lo pasa intentando buscar una explicación, ahondando en los detalles, dando vueltas y más vueltas a lo mismo. El caso es que no hay una explicación, que las cosas pasan y nunca sabemos el por qué, que podemos analizar una y otra vez el mismo problema pero nunca encontramos una solución. El protagonista se obsesiona con encontrar una justificación que le aporte paz, no deja de torturarse intentando averiguar qué hizo mal, se pasa los días intentando completar un puzzle sin tener en cuenta que le faltan muchas piezas, porque una persona nunca puede conocer realmente a otra persona.

La narrativa de Roth en ‘Pastoral Americana’ refleja a la perfección esta sensación de estar caminando en círculos y de no avanzar nunca. Poco a poco va añadiendo detalles y nuevos hechos pero estos no sólo no ayudan a esclarecer el misterio sino que encima lo hacen más incomprensible. El libro está lleno de flashbacks y flashforwards, pero el protagonista está siempre en el mismo sitio, sin poderse explicar nada. Toda la novela es un tour de force en el que nunca decae la intensidad, pero las últimas 100 páginas ya son lo más, porque es un clímax que realmente dura más de 100 páginas, una cena en la que el mundo del protagonista que se aguantaba precariamente termina por derrumbarse del todo, cosa que le sumerge en una perplejidad aún mayor.

Es una novela que enfrenta la idea burguesa del sueño americano (amasar riqueza, comprarse una casita, encarnar la familia perfecta) con la conciencia de izquierdas (¿a qué precio se consigue todo esto? ¿quiénes salen perjudicados?) y Roth lo plantea con objetividad, sin tomar partido a favor de ningún bando. Es un libro en cierto modo oscuro, porque pasan cosas realmente extrañas que no podemos entender, pero también porque nos acaba diciendo que, en cualquier momento, de la forma más inesperada, todo se puede ir a la mierda. 


jueves, 5 de diciembre de 2013

Algunos cuentos de Nina Berberova





Nina Berberova fue una escritora rusa que tuvo que exiliarse después de la Revolución, malvivió unos años en Paris (donde tuvo que pasar por otra guerra, una ocupación alemana y otra posguerra de propina), y luego se volvió a exiliar a Estados Unidos. Allí, al fin, las cosas mejoraron un poco, fue profesora universitaria y siguió escribiendo, pero prácticamente sin publicar. Al final, en sus últimos años, llegaron las publicaciones, las traducciones y el éxito. Tarde, pero llegaron.

Sus personajes comparten con ella una vida azarosa por culpa de las circunstancias históricas, las dificultades del exilio y los sinsabores de una vida de penalidades. Yo diría que su obra es un poco una mezcla de la de Jean Rhys y la de Irène Némirovsky, porque de la primera tiene algo de su tristeza y de la segunda parte de su crudeza.

Lo primero que leí de Berberova fue un libro que recopilaba dos relatos largos: ‘La acompañante’ y ‘El lacayo y la puta’. Es lo más duro y cruel que he leído de ella. Ahí demuestra tener una visión pesimista del género humano que no tiene nada que envidiar a la de Némirovsky. ‘La acompañante’ narra la relación entre una chica que no ha tenido nada en la vida y una mujer que lo ha tenido todo; la primera se dedica a tocar el piano para la segunda, que es una famosa cantante. Es una relación llena de admiración, envidia y odio, todo a la vez; una relación malsana, con un sutil erotismo soterrado. Por su parte, ‘El lacayo y la puta’ es protagonizado por una mujer sin blanca que deambula por los bares de Paris (un poco como las protagonistas de las novelas de Jean Rhys), esperando encontrar algún hombre que le pueda dar algo de dinero.

Después leí ‘La peste negra’, que es otro libro que recopila otros tres relatos suyos. El tercero es un cuento pseudo futurista que no sé cómo encajar en su producción y que me parece totalmente olvidable. Pero los otros dos son auténticas joyas. Protagonizadas otra vez por exiliados rusos en Paris que luchan por sobrevivir contra las adversidades, están llenos de tristeza sin esperanza. Son realmente sobrecogedores, a la vez que sobrios.

Y lo último que he leído de Berberova ha sido ‘Las damas de San Petersburgo’, libro que recoge dos cuentos, que me ha parecido que tenían un toque clásico a lo Chéjov.  Estos aún están ambientados en Rusia, en los confusos primeros días de la Revolución y de la guerra civil. Las protagonistas son dos mujeres que se encuentran solas en un lugar ajeno y rodeadas de desconocidos, que pasan por un momento realmente difícil (que incluye enfermedad y/o muerte) y viven en sus propias carnes el egoísmo de la gente que no moverá ni un dedo para ayudarte ya que todo el mundo sólo procura por si mismo.

Empecéis por lo que empecéis de Nina Berberova yo diría que no os va a decepcionar. A mí aún no me ha decepcionado y tengo intención de seguir leyendo más cosas de ella, todas las que pueda, porque capta a la perfección sentimientos como la melancolía, la tristeza, la soledad y la crueldad. Es realmente una delicia.