lunes, 17 de noviembre de 2014

'Las aventuras del bueno soldado Švejk' de Jaroslav Hašek



'Las aventuras del bueno soldado Švejk' puede que sea el libro más divertido que he leído nunca y sin duda es la mejor parodia anti-bélica que he podido encontrar. El bueno de Švejk puede que sea un poco corto de entendederas, pero es un pozo sin fondo de anécdotas intrascendentes. Se mete siempre en unos líos demenciales, pero nunca a posta. Su mayor problema es que se lo toma todo al pie de la letra, es incapaz de entender un doble sentido o un sarcasmo, y cree ciegamente que la institución del ejército es infalible.

Švejk empieza sus peripecias cuando se presenta voluntario para luchar en la primera guerra mundial, pero a raíz de un malentendido las cosas se complican hasta el absurdo y el buen soldado acaba siendo acusado de desertor. Entonces empieza para él un periplo de desfilar ante tribunales militares, policías, médicos, jueces, que se supone que tienen que juzgar si está capacitado o no para luchar en el ejército. Él lo acepta todo con buen ánimo, porque tiene la firme convicción que la autoridad siempre tiene razón.

Algunos de los que se encuentran con Švejk creen que es un idiota (y si le preguntan, él responderá que sí que es un idiota, porque en el servicio militar efectivamente le declararon como tal). Por otra parte, otros piensan que es un caradura sarcástico que se está burlando de ellos en sus narices. Pero todos acaban, tarde o temprano, perdiendo los nervios con él, por sus meteduras de pata, por su verborrea parlanchina que nunca se agota, y/o por su incapacidad de entender lo que es una pregunta retórica y morderse la lengua. Así que continuamente le caen amenazas de tribunales de guerra y se pasa sus buenos ratos castigado en calabozos. Sin embargo, su buen ánimo no decae nunca, ni tampoco el respeto por sus superiores.

De esta forma, Jaroslav Hašek construye una obra con aires de novela picaresca, con un humor absurdo delicioso, un lenguaje fresquísimo y una crítica brutal a la guerra pero también, de paso, a todas las instituciones jerárquicas; no sólo el ejército, sino también la iglesia, la policía, la política, etc. Es como un gran fresco que parece que lo abarca todo, en parte gracias al montón de anécdotas irrelevantes que el soldado Švejk suelta a la mínima ocasión, unas historias dentro de la historia que por lo general ridiculizan con una ironía salvaje los defectos humanos. Sí, definitivamente se trata de una novela bastante salvaje, en el sentido que no deja títere con cabeza y que es desenfadada hasta el descaro. Es una obra maestra de lo más intensa, con un ritmo trepidante, un humor desternillante y una crítica mordaz. Es una obra total, valiente y viva, incomparable, única.  

2 comentarios:

José Martínez Ros dijo...

Apuntada queda.

Por cierto, estoy leyendo (voy por la página 54 ;) http://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=2601&completa=S

¡Saludos!

Núria dijo...

De momento, éste es el libro que más me ha gustado de los que he leído este año, y a estas alturas ya no creo que ninguno lo supere.

Ah, no sabía que ya se había traducido Las luminarias. Si a caso, ya me contarás qué te ha parecido.

Saludos!